Balance de un fin de semana (largo) de lluvia y viento en una casa de 7 niños:
– Dos cajas de rotuladores gastados. Literal. (Sí, yo también tengo los rotuladores, junto a las ceras, en mi lista negra de productos prohibidos en casa, pero misteriosamente han aparecido dos cajas….)
– Un paquete de folios fulminado. Literal.
– Un pintauñas fucsia TOTALMENTE DESPERDIGADO por el suelo. Desgraciadamente literal.
– 500 o 1.000 dibujos de mariposas, casitas, «ay lov yus» y nubes. (Esto no TAN literal)
– Propagación de virus: contagio a Eri y a servidora.
– Merienda de tortitas en Ikea (único sitio donde cabemos todos, comemos barato, y no tenemos ninguna sensación de molestar).
– Cuatro películas y muuuucho Disney Channel.
– Una partida de risk, un trivial, un parchís…
– 1 intento de innovación de bizcocho fracasado.
– Necesario (y diagonal por el viento) paseo despejante con paraguas y 7 pares de katiuskas.
– Gran amortización del sofá.
– Gran amortización de la tele.
– Arbitraje en 15 peleas.
– 12 recogidas de cocina
– Más play de la que me gustaría.
– Menos lectura de la que me gustaría.
Y después de tres días encerrados, una vez más, deberes de urgencia el domingo por la noche… Ya está claro, es crónico.
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